Es un hombre maduro, vestido con su traje dominguero, corbata, chaleco rojo, zapatos lustrados, paƱuelo blanco en el bolsillo. Y sombrero, cĆ³mo no. PodrĆa venir de una boda o ir a un entierro pero Ć©l atraviesa la calle entre escombros, cables de luz descolgados, edificios a punto de desplomarse, puertas destartaladas. Ni un alma, ni un vehĆculo, nadie en su camino. Ćltimo sobreviviente de un mundo en extinciĆ³n, protagonista de una pelĆcula de terror o de guerra o de catĆ”strofes, el hombre cruza una calle de ConcepciĆ³n despuĆ©s del terremoto.
Con corbata y sombrero. Para conjurar el horror.
Y un paraguas, por las dudas.
Esther Andradi (Buenos Aires / BerlĆn)
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