Casamiento del 23 de marzo de 2010, por Yaki Setton



Yo estoy ahí y saco la foto. Todo empieza

con los asistentes esperando a la luz de la luna y las estrellas

hasta que de pronto entra el novio con un sobretodo negro,

manos en los bolsillos, el sombrero de alas anchas

que hace sombra sobre sus ojos cerrados y su padre

llevándolo del brazo izquierdo y su futuro suegro del derecho:

ambos con una lámpara de cebo cuya luz los guía en medio

de la penumbra hasta llegar a la jupá.

El novio queda ahí solo con el sombrero que aún esconde

parte del rostro, con su cuerpo que se inclina de adelante

hacia atrás y viceversa. Yo estoy ahí y quedo prendido

de la escena, no puedo salirme y sin poder evitarlo me abalanzo

y me pongo casi cara a cara, soy un testigo privilegiado,

no puedo dejar de mirarlo: hay un punto donde él está

de negro para que lo observe en esa oscuridad móvil

de donde sale y entra como si sólo un invisible

telón nos separara. ¿Por qué no puedo sacar

mis ojos de sus ojos cerrados? El murmullo

de esos cánticos en un idioma antiguo con un tono

extraño por momentos me aletarga por momentos

me anima a seguir allí como si hubiera una suspensión

natural del paso del tiempo.



Yaki Setton (Buenos Aires)

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