Latinoamérica en sus libros fantasmales: Historia de la guerra de los emboabas, de Pedro Taques de Almeida Paes Leme (1714-1777), por Facundo Ruiz



Mucha gente se había reunido a las 9:30 am del 1 de noviembre de 1755 en la catedral Santa María Mayor para asistir a misa. Destemplados, a las 9:50 algunos vieron ondear lentamente la llama de las velas y enseguida apagarse. Lisboa, sin que nadie supiese cómo, temblaba. Y durante 120 segundos se vio sacudida por un terremoto (de casi 9.0 en la escala Richter) inmediatamente seguido por un tsunami, que rompiendo las murallas de Cádiz avanzó sorprendiendo las costas de Marruecos, y por un moroso incendio. La ciudad quedó prácticamente destruida; los muertos se contaban por decenas de miles. Los efectos sísmicos, que confirmaron a Voltaire el absurdo optimismo leibniciano y movieron a Kant, recién nombrado privat docent de la Universidad de Königsberg, a escribir tres ensayos que publicaría a principios de 1756 en el Königsberger Nachrichten, se hicieron sentir en toda Europa occidental.
    Para Pedro Taques de Almeida Paes Leme, que acababa de llegar a la ciudad tras un largo viaje desde su São Paulo natal, y para muchos otros que no se habían movido en años de Portugal, el día de Todos los santos comenzaba mal, y tal vez presagiaba algo peor. Entre vigas de madera chamuscada y nubes de polvo, el aturdido brasileño descubría que acababa de perder, además de una considerable cantidad de dinero, todos los papeles que pretendían probar sus derechos nobiliarios en la corte de José I (quien a raíz del terremoto se declaró claustrofóbico y pasó a preferir las tiendas a los palacios). Como su primo fray Gaspar da Madre de Deus, Pedro Taques pertenecía a la elite bandeirante que, decepcionada por los honores y mercedes prometidos en pago por los servicios y fidelidad ofrecidos al rey, se escudaba en esa disparatada literatura linajista (las nobiliarchias) que buscaba, genealógicamente, encontrar heroicas virtudes donde otros sólo veían sofisticados vicios.

    Menos decepcionado que desesperado, Pedro Taques finalmente consiguió un cargo remunerado como tesorero mayor de la Bula de la Cruzada en las capitanías de São Paulo, Goiás y Mato Grosso, se restableció financieramente, y regresó a Brasil, nombre que para entonces ya se había impuesto al de Terra de Santa Cruz, con el cual alternó los dos primeros siglos de la colonización de la América portuguesa.
    Acusado de desviar las recaudaciones, fue suspendido en sus funciones. Quizás ya entonces pensara Pedro Taques que tristeza não tem fim; pero se engañaba, no sólo porque más tarde recibiría la herencia de una hermana (que le permitió volver a Lisboa y volver a empobrecerse), sino y sobre todo, puesto que efectivamente prestaba los recursos públicos a sus conocidos y allegados exactamente como si fueran propios. Sus bienes fueron confiscados, su situación desmejoró hasta la miseria, y su nombre (que post-mortem la hija de su primer matrimonio comenzaría a rehabilitar) declinó sin caso. Pobre y muy enfermo, con una parálisis casi general, se dedicó definitivamente a escribir, releer y rescribir sus obras. Entre ellas figuraba la Historia de la guerra de los emboabas: sucedida entre 1707 y 1709, había enfrentado a los mineros paulistas y a los comerciantes portugueses y de otras regiones por la posesión, administración y lucro de las minas de oro de Minas Gerais. Los paulistas, entre cuya prosapia se imaginaba Pedro Taques, habían motejado despectivamente a los portugueses de emboabas, que en tupí vendría a ser “aves con plumas hasta los pies” (o gallinas calzadas) y que aludía a la vestimenta y especialmente al calzado de los lusos.
    Entre otros escritos del paulista, esa Historia de ralea nebulosa no vivió mucho más que su autor. Sí, en cambio, la noticia de su inclaudicable existencia. Luego dejó de ser cierta, y se sumó al tropel de libros latinoamericanos sin sombra.-






Facundo Ruiz (Buenos Aires)


Otras notas de Ruiz en EdM: http://www.escritoresdelmundo.com/search/label/Ruiz

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