La pared, por Alicia Silva Rey



La mirada establece un espacio –ese cubo- donde los elementos no se acoplan, no ritman, donde cada uno determina por separado su formato y sus lĂ­mites. Sujetos que no han abolido sus diferencias. Inmovilidad. Silencio. Luz plana, sin relieves.
     Un pĂ¡jaro mediano, de cuerpo negro y buche y pico amarillos, entra abruptamente por la derecha, se posa en la verja negra y rompe literalmente el espacio del cubo de afuera a adentro –sonido de batir de alas, rĂ¡faga de color en el espacio-, baja en un vuelo rapidĂ­simo e intempestivo al bebedero del perro, sale. Ha roto la quietud. Ha calado, literalmente, la apariencia de lo vivo. HendiĂ³ con la velocidad y el movimiento, fondo y forma


     Abre, cierra los ojos, inspira hondamente. Desde la cocina donde estĂ¡, escucha el sonido de las uñas del perro contra algo que suena a quebracho y que aĂºn a la distancia huele a otra cosa, pero es madera dura y el cuerpo del pĂ¡jaro ha comenzado aĂºn a esa distancia, a emitir su pequeño fresco hedor en la mañana sobre el pasto. El benteveo ha sido cazado a la perfecciĂ³n por el joven galgo. La escena de la cacerĂ­a vista desde la ventanita del fondo: el animal mĂ¡s grande escucha todo el cuerpo dirigido hacia un sonido imperceptible en la hierba, la mano izquierda doblada hacia atrĂ¡s, una detenciĂ³n invisible de mĂºsculos aceitados en la masa del cerebro para eso Ăºnico e irreversible, el salto mortal en tierra para que el animal menor entre en el marco y pueda ser apresado. Tomo el cubo de materia viviente entre los dedos. Lo veo rotar. A mi pesar el cubo rota ante mĂ­. Fue un patio antes translĂºcido. Hubo helechos, dos Ă¡rboles, una pared rĂºstica apartĂ¡ndolo de otros sitios igualmente inseguros, una verja negra, un bebedero de barro, una mesa, utensilios de jardĂ­n. Hay niebla ahora, el patio ha quedado reducido al tamaño de un dado.
     No tenemos pesadillas, ¿te acordĂ¡s que no tenemos pesadillas?
    ¿Y cuando las primeras brevas nacĂ­an?
     La palabra “breva” no existe.




Alicia Silva Rey (Buenos Aires)


FotografĂ­a: Paula FernĂ¡ndez Sarti.

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