Con el tiempo el sexo perdió el sentido. DE LO PROHIBIDO. Pasó a ser como lavarse las manos o como mear, aunque a veces, solo a veces, era como sumergirse en un mar de atardeceres… Muy pocas veces, en esos mares, algunos pocos, la habÃan hecho sumergirse y sentirse plena. Pero lo habÃan hecho, tanto en el mar… como en la mierda.
La mierda es lo que más recordaba, serÃa por el simple hecho de que el olor se pega y le recordaba su presencia. Seria por eso. Solo por eso.
No solo el sexo habÃa perdido aquel sentido. ESE SEXO. El de antes. El conocido. El más rastrero. Ahora cogÃa de otra manera. Y menos. Porque sÃ. Porque querÃa. Porque no querÃa. Por eso. Los hombres estaban tan calientes, que con tal de coger se la pasaban mintiendo, y si no, mentÃan porque si, mentÃan porque las mujeres les creÃan, o preferÃan creerles, aunque sabÃan. Les querÃan creer. Necesitaban creerles, como cuando se cree en dios, en El Gauchito Gil o en la Virgen MarÃa. Por eso. La vida era verdad… Y también era mentira. Se recostó. QuerÃa dormir, solo dormir, tan solo eso.
-Quien pudiera inventar un sistema de cabezas removibles- pensó en ese instante ella, cabezas intercambiables, con cierre relámpago o con abrojo, o lo que sea.
-Renueve su vida con este mágico sistema semanal de siete cabezas. Sea feliz, melancólica, positiva, o sexualmente enloquecida. Nuevo sistema de felicidad de las siete cabezas... de lunes a domingo, sea la persona que usted prefiera...
Y abrir grandes cadenas de tiendas de venta de cabezas removibles para intercambiarlas según la necesidad que se tenga. Hoy querÃa tener la cabeza hueca y ya, mañana la intelectual, pasado alguna depresiva y bohemia, y más tarde, quizás, una que le ordenara todo el santo dÃa solo cantar y bailar. Sà sÃ… querÃa una asÃ. Esa.
Se odiaba. Iba a apretar los ojos bien fuerte, para dormirse... y se dormÃa. Y soñaba. Y seguÃa. Al dormirse nunca sabÃa si mañana iba a estar despierta. Y seguÃa nadando en ese sueño… nadando y nadando, saltando olas y transformada, si, si, transformada en un gran pulpo rosa… de siete cabezas.
Naty Menstrual (Buenos Aires)
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