Ante un grupo de estudiantes, fulgurantes con sus raros peinados nuevos, Niklas Frank, de 71 aƱos, insiste en repetir el mismo recuerdo al comenzar el relato de su experiencia: durante aƱos se masturbaba especialmente la noche de cada 16 de octubre, el dĆa que ejecutaron a su padre tras los juicios de NĆŗremberg. Lleva mĆ”s de una dĆ©cada repitiendo el relato que ahora, dice, ya no produce tanto espanto. Aun asĆ no dejan de preguntarle si el hecho de haber escrito un libro y contar su experiencia le ha servido para liberarse, y Ć©l entonces rĆe y responde: “Parece que fuera sĆ³lo mi problema. ¿Acaso se han liberado ustedes de su pasado nazi?”
Hijo de Hans Frank, gobernador de Polonia bajo el rĆ©gimen nazi, Niklas conserva pocos recuerdos de su infancia. Uno de ellos pertenece al dĆa en que lo llevaron a visitar, junto a su niƱera, un campo de trabajo esclavo cerca de Auschwitz; para entretenerlo los guardias obligaban a los famĆ©licos cautivos a montar un burro que brincaba furioso arrojĆ”ndolos al barro. Y Ć©l reĆa pidiendo que volvieran a repetirlo. Otro dĆa, acompaƱando a su madre al gueto de Cracovia a adquirir tapados de piel a cambio de las monedas que ella se dignara a conceder, el niƱo se asomĆ³ por la ventanilla del Mercedes Benz para sacarle la lengua a un chico judĆo que caminaba entre dos policĆas con lĆ”tigos. “Me sentĆa victorioso, me regodeaba en mi victoria”, recuerda en EPS (1/V/2011).
El autor de la nota, Alfonso Daniels, no destaca en quĆ© momento se operĆ³ la toma de consciencia en Niklas, o al menos el cambio con respecto a quien habĆa sido. Hay, sin embargo, un libro fundamental donde queda expuesto el tema, TĆŗ llevas mi nombre (2000), escrito precisamente por un padre y un hijo, Norbert (1929-1993) y Stephan Lebert (1961). El padre trabajĆ³ durante diez aƱos como reportero para SĆ¼ddeurschen Zeitung donde el hijo habrĆa de trabajar dĆ©cadas mĆ”s tarde, antes de convertirse en el director editorial de Berliner Tagesspiegel. Seis aƱos despuĆ©s de la muerte de Norbert, su hijo Stephan encontrĆ³ el manuscrito del libro que su padre habĆa comenzado a escribir a fines de la dĆ©cada del cincuenta, entrevistas con hijos de jerarcas de nazis, y decidiĆ³ completarlo. ¿De quĆ© modo? Visitando a los protagonistas luego de cuarenta aƱos.
Tirar de la punta de un hilo sabiendo que el otro lado nunca termina ni estĆ” en un Ćŗnico lugar. Reivindicaciones y rechazos. De Stephan a su padre, y de Norbert hacia su hijo, ambos a travĆ©s de un mismo libro que es uno y dos a la vez. El hijo recuerda la infancia de orfelinato de su padre, concebido en el apuro de una Noche Buena por una adolescente y un camarero en un amor sin historia; y el padre, durante la infancia del hijo, habĆa recordado los dĆas de su propia niƱez, aquellos en que marcaba en un mapamundi las victorias del Reich con banderitas nazis, y otros tambiĆ©n, de 1945, a los quince aƱos, en los que palpitĆ³ la caĆda del rĆ©gimen como una catĆ”strofe y no como una liberaciĆ³n. Norbert se atormentaba ante la atĆ³nita mirada de Stephan: “Si la guerra hubiera terminado de otra forma, habrĆa hecho carrera entre los nazis. Dios mĆo, ¿en quĆ© me habrĆa convertido?” Sin duda que por eso decidiĆ³ entrevistar a los hijos de los jerarcas de los nazis a fines de los cincuenta, jĆ³venes de su propia generaciĆ³n que no habĆan vivido como Ć©l, jamĆ”s, en un orfelinato.
Uno de ellos fue Niklas Hans. En 1959 tenĆa veintiĆŗn aƱos y aĆŗn mantenĆa otra visiĆ³n de su padre: “Me alegra que mi padre no tuviera que ir a Spandau. En semejante prisiĆ³n probablemente se le habrĆa roto el alma y ahora serĆa un desecho. Su muerte es para nosotros algo que sucediĆ³ hace mucho tiempo, y las cenizas de mi padre se esparcieron a todos los vientos, de forma que me encuentro con Ć©l en todas partes.” Niklas era el menor de cinco hermanos, le interesaba el teatro y el Derecho: “No quiero ser abogado para rehabilitar a mi padre. Me gustarĆa hacerme una imagen mĆ”s detalla de Ć©l. EstudiarĆ© las actas del proceso de NĆŗremberg y leerĆ© su diario, investigarĆ© los documentos polacos… Quiero conocerlo.”
Cuando Norbert entrevistĆ³ a Niklas aĆŗn su hijo no habĆa nacido, y cuando Stephen volviĆ³ a esntrevistarlo a fines de los 90 era su padre ya quien no estaba. Niklas y Stephan almorzaron juntos, ambos eran periodistas, uno hacĆa veinte aƱos trabajaba en Stern y habĆa publicado su libro de memorias, toda una carta al padre titulada Frente a la horca; el otro trataba de terminar el libro que habĆa comenzado el suyo. Ambos huĆ©rfanos que podrĆan ser padre e hijo impulsados al encuentro por los dos ausentes. Tres horas mĆ”s tarde Stephen se retirĆ³ en busca de aire fresco, luego de recorrer las Ćŗltimas pĆ”ginas de las memorias de Niklas donde se imaginaba devorando, como un zombi, el corazĆ³n de su padre ante un tribunal.
Miguel Vitagliano (Buenos Aires)
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