Mircea Eliade y el caballo de Troya en el mundo académico, por Wolfgang Karrer







La orientación fascista de Mircea Eliade (1907-1986) queda bien documentada por lo menos desde la publicación de Cioran, Eliade, Ionesco: l’oubli du fascisme, un libro de Alexandra Laignel-Lavastine del año 2002. Fue traducido al italiano, y en Argentina fue reseñado el 6 de octubre del mismo año en Página 12. También la Wikipaedia actual concede lentamente esta orientación ideológica a Mircea Eliade, aunque trata de disminuirla como si se tratara de un pecadillo juvenil.


    En este ensayo quiero demostrar (usando el libro de Laignel-Lavastine) que esta orientación sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y que en cierto modo Eliade se mantuvo fiel a sus convicciones de ultraderecha hasta su muerte. Voy a apoyar esta tesis con citas de Eliade, traducidas al español por mí. Ya es tiempo de enfrentar sus ideas del eterno retorno, del orden cósmico, del sacrificio y del shamanismo con más crítica.


El terror a la historia de Mircea Eliade


   


Un breve resumen de la vida de Mircea Eliade (1907-1986) hasta 1945 aclarará sus posiciones fascistas (Laignel-Lavastine 2002, 33-328). Como estudiante en Bucarest, Eliade se destaca con un manifiesto “El itinerario espiritual” (1927), en el cual el ataca “el mito del progreso indefinitivo” de la ciencia y la tecnología y proclama valores nuevos para su generación. Claramente se afilia con el movimiento irracionalista de Chamberlain, Spengler, Papini, etc. La circulación del manifiesto lo convierte en un líder estudiantil en Bucarest, donde se encuentran en 1927 jóvenes como Tristan Tzara, Victor Brauner, Constantin Brancusi y Emil Cioran. (La afiliación de Cioran al nazismo forma otra parte del libro de Laignel-Lavastine). En el mismo año se constituye una organización militante de ultraderecha en Rumania, La Guardia de Hierro. Imitaba las cuadras fascistas de Italia, introduciendo camisas verdes y el saludo romano (108-20). Militaba contra los judíos como el origen de la francmasonería, el freudismo, el marxismo y el ateísmo, y luchaba por una revolución espiritual nacionalista en el país. Eliade se hizo asistente académico de Nae Ionescu, profesor y ideólogo principal de la derecha en Bucarest (57-63).


    El círculo intelectual de Eliade compartía muchas posiciones de la Guardia de Hierro, aunque inicialmente se abstuvo de la actividad política. Comenzó con una actividad periodística febril: 250 artículos entre 1925 y 1928, y otros 250 más entre 1932-33 (40), en todos propagando un nacionalismo autóctono. Con la conversión de su profesor Nae Ionesco en el 1933 a la Guardia de Hierro, el tono del Eliade también se hace más militante, y más fascista (85-120). Así como Ionescu se convierte en un propagandista abierto del fascismo italiano y de su variante cristiana-antisemita en Rumania. Los artículos de Eliade lo muestran claramente antisemita, pro-fascista y también militante en el sentido de la acción directa. Entre los líderes de la Guardia tiene algunos amigos íntimos, con los que mantiene un continuo contacto. Cuando la Guardia comienza a asesinar políticos y a formar oficialmente “escuadras de muerte” (echipele mortii), Eliade no se distancia, al contrario sigue publicando su progaganda y participa en la campaña electoral de la Guardia en el 1937.


    Al mismo tiempo Eliade enseña la historia de las religiones en la universidad de Bucarest. En estas enseñanzas, que van a formar la base de sus obras sobre ideas religiosas, publicadas a partir del 1949, el historiador de religiones pone sus clases al servicio de la “revolución espiritual” por la cual luchaban él y sus amigos en la Guardia de Hierro (165-234). En 1936, por ejemplo, recomienda el uso de un mito central y símbolos míticos de un nuevo “orden cósmico” para fortalecer la ideología de la Guardia (177). Propone seguir el modelo de Mussolini y sacralizar la política (179), especialmente con ritos de sacrificio y de cultos a los fascistas muertos para “un renacimiento espiritual” de Rumania (202-05). Busca analogías en textos históricos para proponer un totalitarismo “cristiano” (205-08). En una prehistoria rumana encuentra rasgos de un cristianismo arcaico para fundar una nueva Rumania, unida como “pueblo elegido” en una religión cósmica (209) y lamenta los ataques de los profetas israelitas contra la religión cósmica de Canaan (213). También afirma en 1937:


    “…Rumania osa la ´locura´ de mostrar al Occidente que una vida civil perfecta solamente se puede conseguir con una vida autenticamente cristiana y que el destino más sublime de un pueblo es hacer historia a medias de valores suprahistoricas.” (211)


    Es decir, utiliza la mitología religiosa y la prehistoria para apoyar el movimiento fascista y erigir un estado totalitario cristiano en Rumania. “Religión cósmica”, “espiritual” y “revolución” son las palabras claves para disfrazar tanto fascismo antisemita y xenófobo. Tanto Eliade como su profesor Ionescu hacen el trabajo en Rumania que Julius Evola, con el cual se encuentran amistosamente en 1938, lleva adelante en Italia.


   La simpatía de Eliade por Hitler también deja huellas en sus textos, en sus cartas y conversaciones, aunque, desde luego, él prefiere un fascismo más cristiano:


   “¿El pueblo rumano puede resignarse a la más triste descomposición que su historia jamás ha conocido, admitir que haya sido abatido por la miseria y la sífilis, invadida por los judíos, y destrozado pedazos por estranjeros, desmoralizado, traicionado, vendido por algunos millones de lei? “Porque yo creo en el Movimiento Legionario” Diciembre 1937” (226)


   Elogia otro movimiento cristiano-fascista con las palabras: “Incluso es mejor que Hitler.” (184) Defiende, aunque de manera algo ambigua, la noche de pogroms contra las sinagogas en Alemania; la compara favorablemente con las barbaridades anticristianas en Rusia y España (224). En los textos del 1937 al 1945 ya no quedan dudas: Eliade es pro-Mussolini y es pro-Hitler. Fascista en el más completo sentido, pero a “la rumana”. Y nos es tan joven, cumple 30 años en 1937 y 38 en 1945.


   Las represiones y los golpes de estado que siguen a las elecciones del 1937 llevan a los miembros dirigentes de la Guardia de Hierro y a Eliade a la cárcel, donde los legionarios cantan “Gott mit uns!”, protestando con la canción de la SS (196). Eliade escapa del fusilamiento de sus amigos, pero se le prohibe enseñar. Piensa emigrar, pero en 1940 un gobierno (que ya no cree más en la victoria de los aliados) libera a los legionarios y ofrece a Eliade un puesto en la embajada rumana en Londres, como agregado cultural debajo del nuevo ministro de propaganda de Bucarest (200-01).


   En Inglaterra, el Foreign Office lo mantiene vigilado, caracterizándolo como la persona más nazificada en la embajada. Eliade se siente con las manos atadas, impedido de propagar la causa rumana. Cuando el gobierno inglés rompe con el gobierno en Bucarest (ahora abiertamente pro-nazi) en 1941, el traslado de Eliade a Lisboa fue la única alternativa para salir de Inglaterra (275-282).


   A diferencia de lo sucedido en Londres, en la embajada de Lisboa Eliade sí encuentra oportunidades para desarrollar su propaganda fascista para el gobierno de Antonescu (286-324). El homenaje que realiza al dictador Salazar muestra a las claras cuál era el nuevo orden cósmico o la revolución espiritual que propagaba entre 1937 y 1945. El libro sobre Salazar no fue realizado por encargo, aunque se trataba de una contribución voluntaria de Eliade a “una forma cristiana del totalitarismo”, algo que él definía también como “la reintegración del hombre en los ritmos cósmicos” (297). Con la derrota del fascismo en la Segunda Guerra se hizo más y más evidente, Mussolini y el gobierno pro-nazi de Antonescu fueron reemplazados, y Eliade, luego de escribir del gran “sacrificio” de soldados en Stalingrado (320), del horror del pacto” anglo-bolchevique” (275) y de la inminente invasión norteamericana como “la degradación de Europa” (322), perdió su puesto en la embajada (como un de los tres más expuestos en la propaganda fascista). Antes de renunciar, no dejó de lamentar la caída de Mussolini (322); es decir, hasta el último momento mantuvo su propaganda antisemita.


   En medio de la enorme crisis de fines de 1944, Eliade retoma su trabajo sobre la historia de religiones, es decir vuelve a los manuscritos de sus conferencias en Bucarest. En Portugal empieza escribir Le Mythe de l’éternel retour, el libro con el cual debe su regreso al mundo académico luego del 49. También su primer libro de posguerra, Traité d’histoire des religions (1949), tiene sus raíces en la derrota fascista del 44 y el 45.





El caballo de Troya entre académicos





La vida de Mircea Eliade después de la guerra se divide en dos fases: la de Paris (1945 hasta 1957) y la de Chicago (1957-1986). Las dos están estrechamente vinculadas. Aterrorizado de que se revelara su pasado, empieza a borrar sistemáticamente sus huellas. Como casi nadie leía rumano en París o Chicago, encontraba bastante allanado sus pretensiones. Incluso le ocultaba su pasado a sus amigos cercanos (383-416). Hasta su muerte en EE.UU. guardó silencio sobre los viejos tiempos, aunque no dejó de mantener relaciones con Julius Evola y los legionarios exilados en Chicago. (El asesinato de su alumno brillante, Ioan Culiano, en Chicago, tiene implicaciones legionarias no aclaradas, como demuestra Laignel-Lavastine (485-89). En los años ochenta Eliade trabajaba con la NUEVA DERECHA en Francia (461-62).


    Del otro lado, Eliade se rodea de un círculo de amigos, algunos de ellos judíos, que lo protegen, a veces ignorando su pasado: Georges Dumezil, Paul Ricoeur, Gershom Scholem y Saul Bellow, entre otros. Y hay gente con influencia y mucho dinero que lo ayudan en la recuperación de sus puestos académicos. Consigue acceso al grupo Eranos de Carl Gustav Jung, quien había mostrado ciertas simpatías con Hitler en los 30, y a través de él obtiene apoyo de la Fundación Bollingen. El dinero provenía de la familia multimillonaria de los Mellon en los EE.UU. y Jung tenía cierta influencia en la fundación. En todo caso, la beca de la Fundación Bollingen le abrió el camino a la cátedra en Chicago. Una cuarta estrategia para encubrir su pasado fue una extensa publicación de memorias, diarios y reminscencias, tan parciales como en ciertos casos deshonestas. La única excepción fue el diario de Portugal, que no fue redactado por Eliade, y que muestra sus ideas antes de la derrota del fascismo.


    También hay un vínculo fuerte entre las dos fases de París y Chicago con el pasado de Bucarest y Lisboa. No solamente los dos primeros libros de 1949, sino mucho de lo escribió Eliade después de ese año retiene las posiciones centrales de su pasado. Laignel-Lavastine muestra en detalle como cinco temas preferidos de Eliade repiten posiciones del fascismo cristiano de su época anterior:


   La religion como oculta hierofania (que esconde y revela)


   El culto del heroe en el labirinto (como modelo arquetípico)


   El sacrificio sagrado como purga (el Holocausto)


   El terror a la historia (consolado por la repetición)


   El eterno retorno del pre-histórico (420-33)


  Estos temas, en parte, evidencian la posición intelectual que sostiene Eliade, de su deseo de escapar de su propia historia –algo parecido al caso de Paul de Man–, pero también mantienen los fundamentos del fascismo espiritual del 37 al 45. Por ejemplo, Eliade retiene la idea de que los judíos (luego del 45 Eliade usa la palabra “hebreos”) reemplazaron el viejo orden cíclico del cosmos con una concepción lineal del tiempo. Lo que dice subrepticiamente, es que eso significa el desarollo del mito del progreso, al racionalismo, a la iluminación, las ciencias, la tecnologia, la francmasonería, el freudianismo, le marxismo y la época moderna (212, 234, 429-51). El núcleo fascista de su filosofía de religiones queda intacto. Es “El mito de la reintegración” (un libro de 1942), “la necesidad de creer” (299), y el rechazo a las ciencias.


   ¿Por qué entonces Eliade busca las universidades, los centros de las ciencias, de la francmasoneria judía, del racionalismo? ¿Por qué no se contentó con el rol de un shaman de la New Age en los EE.UU.? Desde 1944 planificaba en su diario penetrar en Europa como un “caballo de Troya en el campo científico” (324). Ya no confiaba en una legión paramilitar para establecer su totalitarismo espiritual. Quería destruir la ciudadela de las universidades desde adentro. Es decir, continuar su propaganda totalitaria debajo del camuflaje de una historia de las religiones, que propagaba el retormo de una “ontología arcaica” para detener la disolución del “orden cósmico” de la sociedad.


    Considerando estas luces del pasado, se lee de otro modo el proyecto del 1945, El mito del eterno retorno (hay traducción española en la red), ese libro que lo hizo famoso entre lectores que no conocían sus convicciones subyacentes. No contamos con espacio para un análisis extenso, pero una mención a unas líneas del prólogo muestra que Eliade no ha aceptado la derrota de sus ideas fascistas:


    “El mito del eterno retorno es una original introducción a la Filosofía de la Historia cuyo objeto de estudio son los mitos y creencias de las sociedades tradicionales, movidas por la nostalgia del regreso a los orígenes y rebeldes contra el tiempo concreto. Las categorías en que se expresa esa negación de la historia son los arquetipos y la repetición, instrumentos necesarios para rechazar las secuencias lineales y la idea de progreso. Un rechazo en el que subyace, no obstante, una valoración metafísica de la existencia humana, una ontología arcaica que la antropología filosófica debe incluir en sus reflexiones en pie de igualdad con las concepciones de la cultura occidental.”





Eliade pretende escribir un ensayo sobre la filosofía de la historia (7), sin embargo lo que ofrece es un ataque al “historicismo” racional de Hegel y Marx. Busca reemplazar la historia con el mito. El mito del eterno retorno es el perfecto caballo Troya para reintroducir las bases ideológicas de la Guardia de Hierro: la sacralización de la política.


    En vez de comentarlas, invito a leer las siguientes citas teniendo en cuenta que el libro fue comenzado en 1945, cuando era derrotado el fascismo que propagaba Eliade antes de su demisión:


“Vivir de conformidad con los arquetipos equivalía a respetar la "ley", la ley no era sino una hierofanía primordial, la revelación in illo tempore de las normas de la existencia, hecha por una divinidad o un ser mítico.” (58)





“Debemos agregar que esta concepción tradicional de una defensa contra la historia, esa manera de soportar los acontecimientos históricos, siguió dominando al mundo hasta una época muy cercana a nosotros [1945]; y que aún hoy sigue consolando a sociedades agrícolas (tradicionales) europeas que se mantienen con obstinación en una posición antihistórica y por ese hecho de hallan expuestas a los ataques violentos de todas las ideologías revolucionarias.” (89)





“Y, en un momento [1945] en que la historia podría aniquilar a la especie humana en su totalidad - cosa que ni el Cosmos, ni el hombre, ni la casualidad consiguieron hacer hasta ahora - no sería estraño que nos fuese dado asistir a una tentativa desesperada para prohibir 'los acontecimientos de la historia' mediante la reintegración de las sociedades humanas en el horizonte (artificial, por ser impuesto) de los arquetipos y de su repetición. En otros términos, no está vedado concebir una época, no muy lejana, en que la humanidad, para asegurar la supervivencia, se vea obligada a dejar de 'seguir' haciendo la 'historia' en el sentido en ... que se conforme con repetir los hechos arquetípicos prescriptos ...” (96)





Es el fascismo del eterno retorno. Es deplorable que Eliade se haya escapado de una crítica más rigurosa de sus textos después del 45. En vez de considerarlo como el fundador de una “historia de religiones objetiva” sería necesario de valorizarlo en una línea con otros fascistas, como Julius Evola en Italia (Rivolta contro il mondo moderno, 1934) o Alfred Rosenberg (Der Mythos des 20. Jahrhunderts, 1930) en Alemania. El neo-paganismo de Evola y de Rosenberg ilumina oblicuamente muchos aspectos del “espiritualismo” de Eliade. Los tres trataron de resacralizar la política, más concretamente sacralizar una dictadura fascista en el sentido de Emilio Gentile.





Wolfgang Karrer


Berlín, Alemania, EdM, diciembre de 2012





Laignel, Alexandra. Cioran, Eliade, Ionesco. L’oubli du fascisme. PARIS. Presses Universitaires de France, 2002 (Perspectives critiques).


Emilio Gentile. El culto del litoral. La sacralización de la política en la Italia fascista. Trad. L. Padilla López. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2007.







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