Son
más de cincuenta las personas que han muerto en las tormentas
y las inundaciones de La Plata y Buenos Aires en los primeros días
de abril de 2013.
Miles
de familias tienen aún sus casas sumergidas. Han perdido sus
pertenencias y el mundo en el que habitaban sus historias,
incontables para todos los demás pero imprescindibles para cada de
uno de ellos.
¿Cómo
es posible pensar que no haya un ellos y un nosotros?
Como
sucede ante cada catástrofe que aqueja al país, en estos días se
comenzó por individualizar las responsabilidades y se terminó para
derivarlas al fatalismo de las inclemencias climáticas. En uno y
otro caso la política queda borrada como hecho social. Porque no es
un listado de nombres lo que define lo político sino los intereses
que circulan a través de individuos particulares. No es cuestión de
encontrar “egoístas”, lo que al fin y al cabo está en sintonía
con quienes piensan en una fatalidad religiosa o en los castigos de
la naturaleza. Nadie se considera a sí mismo “egoísta”, es el
lugar que ocupan sus intereses en la cuenta social lo que define quienes son “los egoístas”.
En
Discurso
sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad (1754),
Rousseau hace hincapié y demuestra que son los hombres los únicos
responsables de la creación del principio de todo mal, la
desigualdad social. Sostiene que aun ante los desastres de la
naturaleza las consecuencias se definen según el lugar impuesto en
la cuenta social: las tormentas y los desbordes de los ríos, dice
Rousseau, no se comportan de igual modo con las casas de los pobres
que con los palacios de los poderosos. El Discurso
sirvió
de inspiración a El
Contrato Social,
que
Rousseau hizo público ocho años después y que Mariano Moreno,
Secretario de la Junta de Mayo y fundador de la Biblioteca Nacional, dio
a conocer en 1810 su primera versión en castellano, convencido de
que debía ser la guía para la nueva sociedad.
Aún
sigue siendo un desafío cambiar la primera cuenta en vez de
corregirle apenas unos números y que se repita igual, intacta, una y
otra vez.
0 Comments